Heidelberg, encarnación del romanticismo

Heidelberg es una pequeña ciudad Alemana situada al noroeste de Baden-Wurtemberg. Es conocida por su centro histórico y por la fusión entre la naturaleza y su arquitectura, además la ciudad se encuentra  entre el valle del río Neckar, lo que le hace una ciudad de encanto.

Como ocurre con otros lugares que hemos visitado, en Heidelberg, debido a su tamaño y concentración de edificios y fachadas históricas; es difícil encontrar un lugar sin encanto y debemos de sumarle las historias y leyendas que allí aguardaron.

Heidelberg ha soportado a lo largo de los siglos una historia de amor con un triste final, pero que hoy en día aún pervive en el castillo. Cuando Federico V pidió la mano de Elisabeth Estuardo y esta aceptó con emoción, mandó a reconstruir en uno de los torreones del castillo de Heidelberg un pequeño teatro donde se representaría la obra de Shakespeare, obra preferida de su esposa. Esto y otras reformas más que se realizaron, hacían que se notara el aprecio hacia su esposa y la idea de envejecer entre los muros del castillo. 

Su poder fue creciendo y por el año 1620 fue coronado rey de Bohemia, todo parecía ir en fortuna para el rey Federico y su esposa Elisabeth, pero la maldición se cernió sobre ellos y la guerra de los Treinta Años terminó por separarles y el castillo poco pudo resistir ante la pólvora de los continuos ataques franceses.

Posteriormente en el siglo XVII el duque de Baviera intentó reconstruir el castillo, pero un enorme rayo cayó en el castillo como si la maldición aún perdurase y no quisiera que se levantaran sus ruinas hasta que finalmente un conde francés llamado Graimberg, con arduo trabajo pudo apuntalar y adecentar parte del castillo que hasta fecha de hoy se puede apreciar.

 

Otras historias que nos podemos encontramos dentro de su castillo es la de la huella que aún sigue reflejada en las baldosas de uno de los patios del castillo.  De esta historia no se sabe muy bien, pues algunas personas narran que en tiempos lejanos un valiente caballero subió a lo alto del castillo para avisar a todos de lo que estaba sucediendo y esperó a que todos abandonases el castillo, pero un incendio le bloqueó la salida quedando atrapado y para intentar salvar su vida tuvo que saltar y se dice que dejó incrustada su huella en la baldosa. Otros por el contrario nos hablan de un triángulo amoroso con la reina y de cómo en una noche que el rey regresó antes de lo esperado de sus quehaceres, el hombre no tuvo más remedio que saltar del balcón para intentar salvar su vida, dejando consigo la marca de su caída.


Siguiendo nuestro recorrido por el castillo nos encontramos con otras muchas historias como son la del museo de la farmacia y la alquimia o la de su bodega de vino, donde se esconde el Grosses Fass,  un barril realizado en el año 1751 y nos dicen que es el más grande del que se tiene constancia con una capacidad de doscientos veinte mil litros aproximados. Como no podía ser de otra forma, la leyenda de este barril es que era custodiado por Perkeo, un  enano que empezó siendo bufón de las cortes y terminó siendo el guardián y copero de la bodega del castillo de Heidelberg, especialmente del Gran Barril.

Saliendo del castillo y dirigiéndonos al centro de la ciudad vieja, se encuentra el café más antiguo de Heidelberg, fundado en 1863. Rápidamente empezó a ser punto de reunión frecuentado por nobles ciudadanos, profesores y jóvenes estudiantes. Las señoritas de gran reputación también frecuentaban ese café, siempre acompañadas de sus institutrices que velaban por la seguridad de sus nobles señoritas ante las miradas joviales y coquetas de los estudiantes. El dueño del café  se percató de esas miradas deseosas y llevó una idea que sorprendió a todo el mundo y que hoy en día aún continúa. Creó unos bombones caseros de chocolate  y los llamó “besos de estudiantes”. Unos bombones que hasta las propias institutrices aceptaron para sus protegidas, aunque sin poder evitar que se siguieran deseando los verdaderos besos que más tarde se darían pues bien es conocido que  quien tome un bombón, recibirá un beso de amor.


Tampoco debemos de olvidarnos de su Universidad
, la más antigua del país donde enseñaron grandes filósofos como son Jaspers y Gadamer. A demás la universidad contaba con una cárcel que hoy en día se puede visitar, la cual encerraban a aquellos estudiantes entregados a las prácticas de los vicios y placeres. 

A escasos metros nos encontramos con el Alte BrückeKarls-Theodors Brücke, conocido como el puente viejo, que une el casco histórico de la ciudad con la zona de Neuenheimer, donde encontramos el Jardín Botánico de Heidelberg. El puente viejo, es una hermosa pasarela que sigue aguantando el trasiego de la gente desde el año 1786 y durante su recorrido nos encontramos con algunas esculturas únicas y con uno de los iconos más representativos de la ciudad, el Brückentor; una majestuosa puerta custodiada por dos grandes torreones blancos y al lado de estos, la estatua del Mono del puente o el Brückenaffe que según cuenta los lugareños,  todas las personas que se acerquen a él y lo acaricien, gozarán de buena salud en el futuro y regresarán a Heidelberg.

 

La Iglesia Heiliggeistkirche o Iglesia del Espíritu Santo, la encontramos en la plaza del Mercado en el centro del casco antiguo y es otro de los edificios que aún siguen conservando una historia aún conocida por muchos ya que la iglesia acogía la Biblioteca Palatina en donde se encontraba una valiosa colección de manuscritos y primeros impresos, que en la guerra de los Treinta Años fueron robados y entregados al Papa y actualmente se siguen conservando en el Vaticano.

Otra de las iglesias de Heidelberg, es la Iglesia Peterskirche, que según data fue construida antes de que la ciudad de que la propia ciudad de Heidelberg fuese fundada. Esta iglesia actuaba como mausoleo para algunos de los profesores de la universidad y para miembros de la alta nobleza.

Y por tener que señalar un último lugar, no debe de faltar lo que es para mí un lugar lleno de magia y de encanto natural, me refiero al Philosophenweg o Camino de los Filósofos, un camino al otro lado de la ciudad llamado así porque, según dicen, los antiguos eruditos y profesores de la universidad, paseaban por allí en busca de la inspiración y sabiduría.

 

Sin duda alguna Heidelberg cuenta con un encanto especial, allá donde pisemos, nos encontramos con una leyenda tras de otra.


Editado por Antonio Pérez Díaz

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Fuentes del artículo: wikipedia.org / elmausoleo.jimdo.com

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