Una estatua esculpida en un Meteorito


 

Geólogos alemanes descubren que el material de una escultura sustraída por una expedición de las “SS” en el Tíbet es extraterrestre.

 

 

Todo comienza cuando un meteorito de aproximadamente unos 210 Kg. de Hierro, cayó en lo que hoy es conocido como la frontera entre Mongolia y Siberia.

 

Pasó un largo tiempo hasta que fuera descubierto por el ser humano, más concretamente por miembros de la cultura Bön, una tradición chamánica tibetana.

 

Tallaron una estatua budista, más concretamente la deidad  Vaisravana, con la tradicional esvástica en el pecho.

 

En el año 1938, una expedición nazi apoyada por el comandante en jefe de las SS, Heinrich Himmler, se hizo con la escultura y la llevó hasta Múnich, tras un viaje por el Tíbet en busca de los orígenes de la raza aria.

La escultura ha estado escondida entre cuatro paredes desde que aterrizó en Alemania, formando parte de una colección privada hasta que hará hace unos años, fue subastada y gracias a esto han podido saber el verdadero origen de la estatua.

 

Para los geólogos, estos datos, junto a otras propiedades químicas, constituyen una firma casi inequívoca: la del meteorito Chinga, algunos de cuyos supuestos pedazos están a la venta en varias páginas de internet. “Sin embargo, los detalles históricos y etnológicos de El hombre de hierro, además de la fecha exacta en la que se esculpió, son más especulativas”, admiten los autores en el estudio.

La caída de meteoritos se ha interpretado desde tiempos inmemoriales como mensajes divinos. Buchner y los suyos recuerdan aves talladas en fragmentos de meteoritos, y también joyas y cuchillos elaborados con pedazos de meteoritos por los aborígenes australianos y la cultura Inuit, en las regiones árticas de América y Groenlandia. En India, el emperador Jahangir describió cómo un meteorito cayó en su reino en abril de 1621. Y con su metal mandó fabricar una daga, que cortaba “muy bien, como la mejor de las espadas”, según relata el Museo de Arte Asiático del Instituto Smithsonian.

 

En el caso de la cultura Bön, los geólogos alemanes creen que la dureza del meteorito de hierro, totalmente inapropiado para ser tallado, obliga a pensar que los escultores sabían que se trataba de un material muy especial.

Reeditado por Antonio Pérez Díaz ©

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